Identidad masculina y riesgos laborales Riesgos presentes, avances futuros
Desde siempre se ha sabido que el cuerpo del hombre y de la mujer son diferentes. Sin embargo, que el trabajo (en general) pueda estar afectando de manera diferente a mujeres y hombres, es algo más reciente. Y no sólo por un tema de que nos encontramos con diferentes factores ambientales (físicos y psicosociales) en el trabajo (diferente exposición), porque tenemos diferentes trabajos (puestos masculinizados y feminizados, a través de fenómenos denominados segregación horizontal y vertical), sino porque los mismos factores pueden afectarnos de manera desigual a ambos sexos (diferente vulnerabilidad).
Todo esto ha llevado a estudiar el hecho de que hombres y mujeres tengamos diferentes riesgos físicos y psicosociales en el trabajo. En los últimos tiempos muchas son las voces que se han levantado haciendo ver la importancia de incluir la perspectiva de género en la evaluación e intervención en riesgos laborales, dada la postura tradicionalmente androcéntrica de las mismas, donde las mujeres se consideraban una «excepción a la norma». De este modo, desde los Equipamientos de Protección Individual (EPIs) a las dosis de exposición a diferentes sustancias, se han considerado a partir del cuerpo y la fisionomía masculina, dejando a la mujer desprotegida en muchos casos. Es por ello que existe en la actualidad una amplia y puntera línea de literatura científica focalizada en la prevención de riesgos y de la promoción de la salud de la mujer en el trabajo.